Escribe: Pedro Morales Mansilla.
Ante los escándalos protagonizados por la falta de idoneidad -cuando menos ética- de ciertos “nuevos” rostros del actual Congreso, vuelva a escena la necesidad y urgencia de un amplio y profundo debate en torno a temas que inciden en su institucionalidad y la de los partidos, así como en la selección de candidaturas a cargos de elección popular.
Respetables analistas, que no exhiben vida partidaria, se inclinan -como entre octubre del 2008 y julio del 2009, ante iniciativas de UN y el APRA- por endilgarle en mayor proporción al voto preferencial, las debilidades y consecuencias que resultan de los procesos de “democracia interna” de los partidos y de las elecciones generales para elegir a funcionarios por el voto ciudadano. Es el caso de los congresistas.
El tema debe llevarnos a una reforma del sistema político, resultado del debate que debe incluir el restablecimiento de la bicameralidad, financiamiento de partidos, valla electoral, requisitos para mantener inscripciones, participación de invitados en las listas, democracia y elecciones internas con participación de ONPE y JNE en los partidos, voto facultativo, voto preferencial, listas cerradas, revocatoria de congresistas, inmunidad parlamentaria y transfuguismo; como mínimo, para lograr el objetivo.
Centrándonos en el voto preferencial; su eliminación constituiría un gravísimo error y no solucionaría los preocupantes niveles de los que llegan al Congreso, si es que previamente no se establece un marco legal y dentro de éste la adecuación estatutaria, que garanticen a plenitud una auténtica y real práctica (elecciones internas e institucionalidad) de democracia interna en los partidos, lo que pasa por procurar su financiamiento y reconocer en la ciudadanía su derecho a escoger, aun del menú final que se le presenta.
Si no se garantiza respeto a la voluntad de los militantes, se corre el riesgo que las cúpulas terminen decidiendo cuales son los candidatos, y los poderes fácticos corruptos –que los hay- terminen negociando con éstas o con los que encabezan las listas cerradas; total, les sería más fácil negociar intereses con el 20 % promedio del total de candidatos, que con el cien por ciento, pues con el sistema del voto preferencial, cuando menos en teoría, todos tienen similares probabilidades de ser elegidos.
El argumento de que el Voto Preferencial es “perverso” porque enfrenta a candidatos de la misma lista y hace que prevalezca el que más “invierte”, no es razón valedera para su eliminación, pues si no hay garantías para una auténtica democracia interna, igual, habrá una elección entre listas cerradas, sin garantía que en una sola se concentre lo mejor del partido -salvo que en ese nivel la elección se defina con voto preferencial- y con prevalencia del dinero, igual habrá un enfrentamiento “fratricida”.
El dinero se impone, no solo por el voto preferencial, toda vez que el costo de las campañas, a consecuencia de la participación de los grupos de poder económico que también tienen derecho a apoyar a quien deseen o presentar sus propias candidaturas, es elevadísimo, razón para demandar se cumpla el artículo de la Ley de Partidos que establece el financiamiento del Estado, y éste asuma su rol regulador en el mercado de propaganda electoral, antes de solo emprenderla con el voto preferencial, que no impide a las colectividades políticas postular a sus mejores cuadros en elecciones bien organizadas y con la fiscalización competente.
Lima 22 de octubre de 2011
Amigos, me será grato recibir sus comentarios sobre mis puntos de vista relacionados con el Voto Preferencial hacia mi facebook. Gracias.