Escribe. Pedro Morales Mansilla
Para los huancaínos de nacimiento y de corazón, fue extraordinaria la noticia aparecida el 21 de octubre de 2012 en “El Comercio” de Lima: “Metro de Huancayo funcionará en marzo del 2013”. Sin embargo, no entendíamos el porqué del hermetismo en las acciones previas al anuncio de hacer realidad una obra que en materia de transporte urbano, ubicaría a nuestra Ciudad Incontrastable a la altura de las ciudades más importantes del mundo, ni porqué la noticia “reventó” primero en la Capital. Nos hicimos ilusiones sobre su diseño, obvio, no conocíamos las características del proyecto, ni se informó sobre su existencia. Algo olía feo.
Avivó la curiosidad el hecho de que el promotor del “proyecto” deslumbrara al alcalde Aliaga Castro concertándole algunas entrevistas –posiblemente sorprendiendo la buena fe de prestigiosos programas de la TV por cable de Lima (Canal N y RPP Noticias)- para que confirme la “buena nueva”, cosa que hizo con su conocida torpeza, pero a pesar de las “ayuditas” desnudó una serie de incongruencias en las cifras que anunciaba (“no tendrá costo para la municipalidad, se invertirán tres millones”, ahora ya se habla de ocho) y deslizó medias verdades (“solución al problema del transporte masivo,...es moderno”) que incentivaron la sospecha de una “tomadura de pelo” pues, por la conocida sagacidad de la empresa Ferrocarril Central Andino, se trataría de un antiguo proyecto para utilizar con objetivo mercantilista las “ociosas” rieles existentes.
Analizando las cifras y características anunciadas para lo que dicen sería “el primer servicio de transporte público masivo del centro”, no encontramos sustento serio para que el “proyecto” se denomine pomposamente “metro”; tal vez pueda calificar como otra línea de transporte de pasajeros que se introduce al caos reinante, con vagones de cuarto de siglo de antigüedad (qué diferencia con los recientemente llegados para el metro de Lima) que funcionarán con un sistema de “tranqueras”, (recordándonos el desplazamiento de tranvías de hace cincuenta años en nuestra Capital); lo que, si se justifica con expedientes técnicos idóneos, podría funcionar en el tramo de rieles “ociosas” Chilca - El Tambo, con una mínima inversión del promotor que sí aseguraría buenos ingresos. Pero deben decirlo así y no tomarnos de tontos, creándonos falsas expectativas.
Hablar de un metro (de ferrocarril metropolitano) -que es lo que supone la noticia- es hablar de “sistemas ferroviarios de transporte masivo de pasajeros” que operan en las grandes ciudades para unir diversas zonas de su término municipal y sus alrededores más próximos, con alta capacidad y frecuencia, y separados de otros. La redes de estos medios se construyen generalmente soterradas (Madrid), elevadas (Chicago y Lima, esta última desgració avenidas como La Aviación) y también a nivel de calle (México, Medellín) en zonas normalmente alejadas o de expansión urbana reciente, pero con plataforma reservada y carriles independientes de ida y vuelta, condiciones sustanciales para ser considerado como metro.
Es obvio que para que se trajeran los viejos vagones alemanes, tenía que haber algo seguro. Si los miembros del Concejo Municipal se enteran de las “gestiones” del acalde cuando les llega la tarjeta de invitación a la ceremonia de presentación de los autovagones del METRO DE HUANCAYO a realizarse el 14 de noviembre en la Estación de Monserrate, cuál fue la seguridad para que se involucre a la municipalidad en el “proyecto” y para que el promotor se “arriesgue” a traer los autovagones, si tampoco se conoce si la nueva línea será operada por concesión, APP u otra modalidad. Recordemos, la municipalidad tiene obligación de garantizar la calidad del servicio y no solo la ganancia del “privado”; además, es sabido que el “proyecto” viene de años y que el promotor estaba buscando a la autoridad con quien redondear el negocio, a pesar -como ha quedado demostrado en la sesión extraordinaria del Concejo del pasado 4 de diciembre- que ni siquiera hay un perfil económico serio.
Esta empresa es la concesionaria del Ferrocarril Central del Perú desde setiembre de1999, tiene un contrato de estilo fujimorista que ya va por seis adendas -como el de DIESTRA-, y un horizonte de concesión de 60 años; sin embargo y pese a haberse adjudicado sin un real de inversión, transcurridos trece años parece no haber cumplido con poner operativo a niveles de estándares internacionales de seguridad y calidad el servicio regular diario de pasajeros. No lo tenemos. Sin embargo no se podría negar su sagacidad y su poder para utilizar el factor mediático a fin de presionar al Concejo y moldear la opinión pública a su favor. Hay cierta prensa en Huancayo que se presta, todo por la “publicidad”, caso del diario del “sello rojo”.
En suma, el tan promocionado “proyecto” es una “tomadura de pelo” para los huancaínos, cuando pretenden contrabandearlo como METRO. A la fecha, 6 de diciembre, adolece de expediente técnico para construir su infraestructura con sistemas de pasos a desnivel en los cruces con todas las arterias, doble carril y sistemas de paraderos, propuesta económica y sobre todo, enmarcado en un plan regulador de rutas, plan de ordenamiento del tránsito y el transporte urbano y el programa de modernización de la infraestructura vial de la ciudad. Si nos dejamos arrastrar por la presión, el “proyecto” podría ser otro fiasco, como el galpón llamado “TER Huancayo” o como el “Caso DIESTRA”, recordemos que con similar despliegue publicitario en los medios y por los mismos “periodistas” se presionó a su favor, las consecuencias saltan a la vista.
Huancayo, diciembre de 2013.